"Tomad, esto es mi cuerpo" (Mc 14, 12-16. 22-26)

 


La fiesta de la Santísima Trinidad “recapitulaba” todo lo que hemos celebrado en la Pascua, ayudándonos a descubrir cómo es este Dios que se revela en ella, para que entremos en relación con Él. La fiesta del Corpus Christi nos recuerda que en la Eucaristía se hace presente todo este acontecimiento: la entrega de Jesús por nosotros, que nos salva y nos da Vida Nueva. Se hace presente vida entregada hasta la Cruz. En esa entrega del Hijo, es el mismo Dios quien hace alianza con nosotros. Y la Eucaristía celebra ese vínculo, y nos ayuda a “entrar” en Él, para vivirlo

Antaño, Dios hizo alianza con los hebreos, liberándolos de la esclavitud y constituyéndolos como pueblo, su Pueblo. La sangre (símbolo de vida) derramada sobre el altar (en nombre de Dios) y sobre el pueblo, vinculaba a Dios que liberó y protegía al pueblo, con Israel, que se comprometía a obedecerle, siguiendo sus mandamientos.

La carta a los Hebreos, utilizando el lenguaje y las imágenes del culto de los sacrificios antiguos, nos dice que todo aquello era como una preparación, un anuncio de la “nueva alianza”. Una alianza no se limita a una serie de cláusulas, sino que abarca toda la vida. Porque Dios, en Jesús, comparte su vida con nosotros y se nos entrega totalmente.

La vida de Jesús se ha ido entregando, como pan que alimenta, día a día (sanando, enseñando, transmitiendo el amor del Padre…), hasta partirse en la cruz. Esa vida es “la sangre de la nueva alianza”: vida derramada, entregada. Que nos revela cómo Dios quiere compartir su Vida con nosotros. Y Jesús nos invita a recibirla, a asimilarla. A recibirle a Él mismo. A aceptar este amor y abrirnos a Él. A vivir desde El.

Cada vez que celebramos la Eucaristía, ahí está, presente, la vida de Jesús entregada hasta la Cruz, y vivimos el encuentro con Jesús, el Resucitado, que nos transmite su Espíritu y su relación con el Padre. Es, siempre, más de lo que somos capaces de percibir y pensar. Algo que, poco a poco, estamos llamados a asimilar y a hacer vida. “Haced esto en memoria mía” se refiere a celebrar la Eucaristía y a vivir cuanto la Eucaristía significa: el camino de fe y confianza de Jesús, y el mandato del amor fraterno, que hace concreto el amor a Dios en el amor al otro, en la solicitud hacia el otro, que descubrimos como hermano. Por eso, hoy es el día de Cáritas. 


Lecturas de hoy (www.dominicos.org)

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