"Y, dejándolo todo, lo siguieron" (Lc 5, 1-11)
Las tres lecturas de este domingo nos transmiten relatos de vocación, y (con el Salmo) subrayan varios aspectos de esta experiencia, que es también la de todo discípulo de Jesús: - La grandeza de Dios, el Santo, autor de maravillas como la pesca milagrosa y la Resurrección. Quien se encuentra con Dios, con su gloria y santidad, sus obras, se sobrecoge (eso significan el temor y estupor que estos y otros textos bíblicos refieren). “ Porque la gloria del Señor es grande” (Salmo 137) - Ante esa majestad, la conciencia de la propia pequeñez, indignidad, pecado. Una conciencia, sin embargo, que no “encierra” a la persona en el miedo o desánimo. Al revés, ensancha el corazón porque es experiencia de que ese Dios, grande y santo, se inclina sobre nosotros para perdonar, salvar, purificar. “ tu misericordia es eterna”. - La disponibilidad, llena de confianza y ánimo, que nace de ese encuentro con Dios: “ Aquí estoy. Mándame” - Dios llama, pide nuestra colaboración. Y en...