"Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el Labrador" (Jn 15, 1-7) S. Isidro, Labrador, patrono de Madrid
Isidro, vecino de una aldea que conocía el riesgo de la frontera con Al-Andalus, hoy es patrón de una urbe de tres o cuatro millones de habitantes. ¿Qué puede decirnos aquel labrador del siglo XII a los habitantes de esta ciudad cosmopolita y compleja? Tal vez nos puede recordar unos cuantos valores que no pierden su valor con el paso del tiempo y las costumbres. Como el trabajo realizado honradamente, con conciencia. Como el amor que vivieron él y Santa María de la Cabeza , su mujer, y con el que construyeron su vida paso a paso , verso a verso, que diría el poeta, rimando el esfuerzo cotidiano con la ternura y el cariño. Como la confianza en Dios y la oración. No creo que vayan a venir los ángeles a ararnos los campos, como cuenta una piadosa tradición. Pero sí creo que no todo depende de nuestras fuerzas. O dicho de otro modo: que no todo es fuerza, dinero, poder, astucia. Hay realidades que despiertan y se construyen desde el amor y la fe, desde Dios. Como la solidari